lunes, 16 de agosto de 2010

Capitulo 23: Recuerdos sobre ruedas

Amy llevó a los dos chicos al garaje de su casa y les dio un par de bicicletas viejas pintadas recientemente con colores llamativos y dibujos hippies.

-¿Os gustan? Son parte de mi colección- Sonrió y les mostró más bicicletas antiguas

-¿Cuántas bicicletas tienes ahora en total?-Miky pasaba un dedo por las bicicletas comprobando lo limpias y relucientes que estaban.

-Pues déjame ver… Unas treinta y ocho o treinta y nueve.

El garaje era grande, con las paredes pintadas en amarillo claro, las bicicletas eran como los cuadros de un museo.

Todas eran diferentes, cada una era original a su modo, como si cada una de ellas fuese una persona distinta.

Unas eran pequeñas, de forja blanca, parecidas a los bancos de los parques antiguos, otras moradas con motas blancas, como dálmatas, otras con rayas de colores, brillantes y llamativos y otras grises y apagadas.

La qué más destacaba era una bicicleta de pequeño tamaño, era la más sencilla de todas.

Era una bicicleta para niños, de color azul claro y una flor de plástico blanca en el manillar era su único adorno.

Nico se acercó a la bicicleta que se encontraba en el centro de la estancia.

-Esa era mi primera bicicleta- Amy sonreía y abrazaba la bicicleta- Y aquella era la última bici de Nico.

Una pequeña bicicleta en un rincón, apartada de todas las demás, de color verde y dibujos de coches de colores.

-Me gusta más esta bicicleta- Miky parecía avergonzado al recordar aquella bicicleta de niño pequeño.

-Bueno que os parece si vamos a dar una vuelta, no creo que querías estar aquí toda la tarde contemplando estos aparatos anticuados.

-¿De dónde las has sacado?-Nico parecía interesado en la pequeña bicicleta azul del centro del cuarto

-Todas eran bicicletas de la gente del pueblo, las ancianas me regalaron sus bicicletas de cuando eran niñas, los adultos de cuando eran adolescentes, los adolescentes de cuando eran niños y los niños de cuando eran bebés- Amy sonrió nuevamente señalando una bicicleta blanca- Esta era de mi abuela de Londres- La bicicleta era elegante, se notaba que debía de haber costado mucho y que ahora debía de ser una pieza de coleccionista- Y esta de mi abuela del pueblo- Señaló a una bicicleta tosca, antigua y mal hecha, de malos materiales y mala pintura revestida de varios colores.

-Esta era de mi madre- Miky señaló a una bicicleta rosa con una cestita de mimbre- Esta azul de mi padre, y aquella de dos asientos de cuando se casaron. Como puedes ver mi familia es una gran aficionada de la bicicleta.

El joven contempló por última vez las maravillosas reliquias guardadas como oro en paño mientras la puerta del garaje se cerraba.

-Vamos a la ciudad, Fer y Lidia están allí, los llamaré y quedaremos con ellos en media hora, así podremos llegar cómodamente a la ciudad.

La ciudad estaba a un cuarto de hora por un sendero recto y liso, medio a la sombra medio al sol, con árboles y flores, lagos y lagunas, y todo tipo de animales.

Un pequeño camino precioso para los pocos turistas que visitaban el pequeño hotel rural de la zona, con vistas privilegiadas del pueblo.

Los dueños eran gente muy amable y siempre dejaban que los niños hiciesen fotos para los trabajos de la escuela en sus instalaciones.

Llegaron al café antes de lo previsto, pero Fer y Lidia ya estaban tomando unos refrescos.

-¿Qué tal chicos?-Lidia se levantó y abrazó a Miky fuertemente- Cuánto tiempo- Soltó al joven unos segundo y puso una cara muy seria que no le pegaba nada- ¡Cómo te vuelvas a largar y no decirme nada por dejar escapar a tu hermana te juro que te mato, te mató!

Fer se rió y dio un apretón de manos muy formal al joven que miraba atónito a Lidia que imitaba como le mataría en la realidad.

-¿Queréis algo?- Una joven rubia preguntaba a Nico haciendo caso omiso a los demás chicos.

La joven debía tener la edad de Amy y llevaba un vestido apretado en la cintura que marcaba sus caderas, a pesar de ser una chica muy guapa no tenía nada que hacer frente a Amy.

-Yo una Coca-Cola gracias- Nico que se había fijado en la mirada golosa de la chica se acercó a Amy y la besó en los labios guiñándole un ojo- ¿Y vosotros?

-Yo un agua fría- Amy estaba muy sorprendida ante tal muestra de afecto.

-Yo nada, gracias-Miky se reía por lo bajo.

La chica rubia se iba mientras se bajaba el vestido a la rodilla y miraba a Amy con ira contenida.

-Aquí te traigo lo que has pedido-La joven Rubia sirvió las bebidas y dejó un papel sobre la mesa con un número de teléfono- Y esto es para ti- Dijo guiñándole un ojo.

Amy pasaba del tema, a pesar de “ser su novia”, no sentía celos de lo que la gente hiciese.

En cambio Nico era una persona muy fiel y confiable, harto de las indirectas de la joven cogió una de las revistas con su foto en la portada de un quiosco que había frente al café y se la mostró a la joven.

La joven quedó impresionada, al poco tiempo ya había como unas seis camareras más a su alrededor mirando al joven y a su pareja con perplejidad.

-¿Pero qué está pasando aquí?-Lidia miraba a los dos chicos con los ojos bien abiertos para no perder detalle- No me digáis que lo de ayer fue…

Miró la revista y su pregunta quedó resuelta.

-Mi pequeña Amy, my Little Amy, ¡Cómo te atreves!-Se reía cada vez que su vista se posaba en el joven que cada vez estaba más rojo, mientras que, al mirar a Amy que estaba enfurecida se le pasaban las ganas- Chico, si que tienes que tener paciencia para estar con ella.

Fer trataba de tranquilizar a Amy que consumía su furia en un puño alzado.

-¿Desean algo más?-Una señora mayor, delgada y estirada se hizo pasar entre la multitud de camareras- Y siento el espectáculo que ha montado mi nieta- Hizo una breve reverencia y miró hacía la joven rubia.

-No se preocupe- Amy sonrío cordialmente y miró a Nico que se disculpó también- Puede traernos ya la cuenta.

La señora trajo la cuenta en poco tiempo y los chicos comenzaron a hablar de todo lo que se había perdido Miky en los últimos años.

-Tendrías que ver cuando Amy comenzó a ser delegada- Fer sonreía al recordar- Fue corriendo a mi clase en mitad del horario escolar y la señora Matías la castigo a sacudir los borradores durante dos meses.

-Y cuando fuimos a ver una película romántica el año pasado se quedó dormida del aburrimiento y tuvieron que parar la película porque hablando en sueños dijo “Tengo un arma, que nadie se mueva”- Lidia se reía a borbotones y veía la mirada de Miky a su hermana.

-Pero también es estupenda- Nico le hecho una mirada cómplice a Amy- Fue la única que confío en mí cuando llegué aquí, a pesar de cómo les había tratado. Por cierto ¿Por qué lo hiciste?

-¿La verdad?

-La verdad.

-Bueno pues… Me pareciste mono, y como todos los delegados somos guapos me perico que pegabas- Se río pero continuo hablando- Es broma, es broma. Por tu modo de hablar supe que eras lo suficientemente inteligente como para no ser estúpido.

-Se nos han acaramelado los niños- Lidia imitaba junto a Fer la portada de la revista.

-¡Dejarnos en paz!- Dijeron los dos a coro.

-Me alegro de que todo siga igual

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